Me llamo Saade Makhlouf y soy un empresario, científico y ex-diplomático libanés.
Llegué al Ecuador hace poco más de 5 años procedente del Líbano, como muchos otros compatriotas que encontraron en el Ecuador una segunda patria. Lo hice entonces en compañía de mi esposa Fadia y de mi pequeña hija y parte de mí se hizo Ecuatoriano cuando nació en este suelo mi segundo hijo. Por alguna razón tomé la decisión, muy irracional, de venir a instalarme en Portoviejo. Al principio, además de no entender el español, no entendía como funcionaba todo aquí. No entendía por qué a pesar de tanta crisis y gente sin lo básico para vivir, en general, tenían todos ellos aún una ancha sonrisa y enormes ganas de siempre la vida con optimismo. Me sorprendió también la educación, siempre: Por favor, gracias, de nada, buenos días, buenas tardes y buenas noches. Luego empecé a entender que este modo de conducirse era parte de la cultura local, así tratan las personas a las personas en el Ecuador, esto no ocurre en ninguna parte del mundo. Y pensé, este pueblo merece ser feliz, rico y abundante. Conozco personalmente muchos lugares del Mundo, con sus respectivas culturas, y cada uno tiene algo bello y particular. El Ecuador, como parte de su ADN, tiene la particularidad de poner el acento en las personas; las personas son lo importante de este país, eso hace que cada cosa, cada detalle aquí, sea hermoso, valioso.
El presente artículo no tiene la intención de establecer si el actual Presidente del Ecuador es mejor o peor que el anterior; sería abordar una discusión larga y probablemente muy improductiva. Lo que sí pretende este artículo es explicar porqué sí tiene sentido apoyar que el presidente Moreno concluya lo que ha empezado. Como experto en relaciones internacionales yo lo tengo claro: Ningún país del Mundo, podrá salir adelante sólo, aislado de la comunidad internacional. Incluso si posee recursos naturales aparentemente inagotables. Es más, muchos de los países más ricos no poseen grandes recursos naturales (Alemania, Suiza, Singapur, Japón), y algunos de aquellos, que cuentan con mucho más recursos naturales, han tomado la vía inteligente de entender que esos recursos un día no podrán ser más su fuente principal de ingresos. Es el caso de Emiratos Árabes Unidos (EEAAUU), que siendo el décimo mayor productor de petróleo del Mundo (2.8 mm bb/día) ha construido en el Turismo y la Investigación sus mayores fuente de ingresos (75% de su PBI). Por otro lado, Arabia Saudita, que sí es el mayor productor de petróleo del mundo (11.6 mm bb/día), y que bien podría regalarlo a cada uno de sus ciudadanos, eliminó los subsidios a los hidrocarburos hace más de 4 años. Y en este contexto, todos los Ecuatorianos debemos entender que la fuerza motora que sacará adelante al país está en la capacidad productiva de su gente, y no en su petróleo.
Lenin Moreno hizo el 03/10 pasado lo que todos sus predecesores sabían que les costaría la Presidencia y la posibilidad de tirar por la borda el tremendo esfuerzo desarrollado hasta el momento para sacar el país adelante. Además del ahorro de US 1200 mm anuales que implica la medida del presidente Moreno, mantener tales subsidios tiene varios efectos negativamente multiplicadores. Al ser el combustible subsidiado, el primer efecto evidente es la distracción de recursos que pueden utilizarse para el bienestar del país y su gente, para su uso en combustible importado. El segundo efecto es la distorsión que crean los subsidios al combustible en toda la estructura de precios de la Economía a través del sector transporte, incluyendo la fuga de combustible “barato” a través de las fronteras. La tercera distorsión evidente es el parque automotor sobredimensionado por una demanda que considera que al contar con combustibles de bajo e irreal valor está en capacidad de consumir más combustible y más autos. Este último factor agrega un problema adicional, que es la salida de más divisas de lo normal, que todos los gobiernos han intentado corregir con altas tasas de impuestos a los automóviles importados, más distorsión aún.
Lo cierto es que en aquellos países que llamamos Super-Capitalistas o Desarrollados existe además, también, lo que alguien vino a decir que era el Socialismo del Siglo XXI. En ese socialismo la seguridad social y la educación son responsabilidad del Estado y son responsabilidades que se cumplen bien, a carta cabal, pero a costo sumamente alto por parte de la sociedad como conjunto: Los hidrocarburos cuestan lo que cuestan y todos, sin excepción, pagan sus impuestos religiosamente. En ese contexto, el desarrollo social, que es enorme y avanzado, se basa en la capacidad productiva de su gente y de sus empresarios.
Yo he trabajado personalmente con el Presidente Lenin Moreno diseñando modelos de atracción de IED para el Ecuador. He visto en la práctica su férrea voluntad de llevar al Ecuador por la senda del desarrollo, construyendo un país mejor para generaciones futuras, apoyando por un lado un crecimiento social responsable y por otro, prestando facilidades al empresariado para que se convierta en la fuerza productiva que lo sustente. Ecuador es un país hermoso, de gente maravillosa, que bien organizada podría convertirse en el paradigma de economía y desarrollo de América Latina.
Si en algo parece que estamos todos de acuerdo es que este es un momento para pelear. Lo que hará la diferencia entre ir hacia adelante o hacia atrás será el modo de hacerlo. Podemos pelear con las armas, que se convierte en el juego de averiguar “quien es el más fuerte” y que nunca termina bien, para nadie, o podemos pelear dialogando, trabajando, creando, desarrollando, siendo puntuales, correctos, dejando de mirar las diferencias reemplazándolas por semejanzas, todo lo cual nos conducirá a la paz, la hermandad y el desarrollo, que finalmente es nuestro inevitable destino.
Finalmente, los líderes que hoy atentan contra las medidas tomadas parecen olvidar que viven desde hace casi veinte años en una economía dolarizada. Los países sin moneda propia necesitan que sus gobernantes sean responsables y honestos, pues no cuentan con mecanismos para esconder la ineficiencia ni la corrupción en el gasto público, en la producción privada o en la emisión inorgánica pues carecen de la posibilidad de imprimir billetes a su antojo y de abaratar los costos reales mediante devaluaciones. Sin embargo, los gobernantes, los líderes políticos y de grupos de presión anteriores al presidente Moreno, parecería que no sabían, o no tuvieron conciencia, de estas imperiosas obligaciones en la que tenían que enmarcar su accionar. En los casi veinte años transcurridos desde la dolarización de la economía ecuatoriana, por primera vez un gobernante ecuatoriano actúa con coherencia y responde apropiadamente a la realidad heredada de sus antecesores.
Pido a los ecuatorianos reflexionar y entender que el Ecuador incluye a todos sus habitantes y que si el enemigo común es el subdesarrollo entonces es momento combatirlo trabajando todos juntos y no divididos, démosle la oportunidad al país prestando apoyo y confianza al gobierno del Presidente Lenin Moreno que el mismo pueblo eligió.
Es el momento de hacer y responder las preguntas correctas:
- Queremos un socialismo de mentira, como el que está viviendo Venezuela o Cuba?
- Queremos un socialismo sustentado en lo que somos capaces de hacer, de crear y producir para nosotros y el Mundo?
- ¿Queremos vivir en una fantasía, gastando lo que no tenemos para la pobreza y/o diáspora de nuestros hijos?
- Quién es el entonces el verdadero Socialista del Siglo XXI?
Como yo lo veo los ecuatorianos queremos un socialismo basado en desarrollo real, en nuestro trabajo y no en gasto social que dependa de lo que se ocurra o no con el petróleo. Necesitamos un estadista que nos despierte a la realidad y nos conduzca de manera responsable hacia el bienestar. Y en ese contexto el que está luchando por ese Ecuador y forjando ese camino es el Presidente Moreno, a quien honorablemente considero un verdadero ejemplo de lo que debería ser un socialista en el Siglo XXI.
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