Gracias a las estrictas medidas migratorias que impuso el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para que padres emigrantes recuperen a sus hijos que actualmente se encuentran en custodia del gobierno norteamericano; se ha vuelto una tarea dolorosa, larga y tediosa. Varias familias han sido separadas y más de 12.000 niños residen ahora en refugios.
Los trámites para poder recuperar a los menores son cada vez más rigurosos. Uno de los pasos a seguir para la recuperación de un menor es entregar las huellas dactilares de cada uno de los adultos que residan en el hogar donde viviría el niño o adolecente; así como comprobar ingresos mensuales, antecedentes penales y también incluye varias visitas domiciliarias para verificar el estilo de vida que llevan los familiares.
A causa de esta resolución muchos emigrantes han decidido desistir de pedir a sus hijos por miedo a ser deportados. El problema más grave radica en que si no existe un hogar temporal que cuide de los niños mientras se soluciona su status legal; podrían llegar a ser deportados definidamente a su país de origen o podrían terminar en un programa federal de crianza.